Llega el
final del curso, y con él; como cada año, el final del recorrido por esta
apasionante asignatura. La literatura infantil, asignatura que ha estado
presente en la vida de todos los que hemos pasado por aquí, pero hasta este año
no hemos podido ser conscientes de la importancia que ha tenido, tiene y tendrá
siempre en la vida de los niños; o por lo menos eso es lo que me ha ocurrido a mí.
Niños que un día serán adultos y gracias
a la literatura, su personalidad y su forma de ver el mundo serán de una forma
u otra.
Son muchos
los contenidos que hemos tratado, analizado, y trabajado durante estos meses.
Hemos leído, redactado, investigado e incluso nos hemos grabado; y todo para
entender de una vez por todas, el papel tan fundamental que la literatura, a
partir de hoy, tendrá en nuestro futuro como maestras, y en el futuro de los
que el día de mañana, serán nuestros alumnos.
Como he
dicho anteriormente, han sido muchos los contenidos que hemos visto a lo largo
de estos meses; pero todo tiene un comienzo y unas bases; y para entender dicho
contenidos primero debemos conocer qué vamos a estudiar.
La
literatura infantil y juvenil; es así como se clasifica, es hoy en día un género
literario más. Tiene la misma importancia y el mismo valor que cualquier otro
tipo de género literario, aunque esto haya tardado años en conseguirse. Éste género
nace, se crea y sobrevive, gracias al reclamo del niño. Es él y su mundo el que
hacen que este género sea a día de hoy lo que es.
Pero, ¿de dónde viene y
dónde nace la literatura infantil que hoy en día conocemos?
Las
historias, los cuentos, las hazañas y las canciones, existen desde que existe
el ser humano, y desde que éste es capaz de expresarse oralmente con sus
iguales. Es en el año 1846, cuando se produce el origen de la palabra
“folclore” para recoger en dicho término todos aquellos aspectos de la cultura
popular que tienen una cercana relación con la literatura y sobre todo aquellos
que pueden aplicarse y utilizarse en los alumnos de Educación Infantil.
El
folclore, presenta tres características fundamentales, que le diferencias de
otro tipo de “antigüedades populares”. Estas características son: el anonimato,
debido a que los cuentos se narraban de generación en generación de manera
oral. Nunca había constancia ni evidencias de quien fue la primera persona que
conto una historia. La segunda característica es la oralidad; la esencia del
folclore está en que se transmite de
manera oral. Y por último la multiplicidad de variantes, es decir, toda
historia de modifica a medida que pasa de generación en generación, cada
persona le da un toque personal a la historia, cambia algo, añade algo o se
inventa algo.
Del
folclore, debemos destacar la importancia que tiene en nuestra sociedad, ya que
la tradición oral que va pasando de generación en generación, es la historia de
nuestro pasado, de nuestra cultura. Es nuestro origen de dónde venimos y por
qué hoy somos quien somos. Este hecho hace que también sea fundamental su
presencia en nuestras aulas; además de todos los aspectos que un niño puede
trabajar y desarrollar gracias a dicho folclore.
Como
futuras maestras, y después de la importancia que tiene la afectividad y las
relaciones con los otros; no debemos dejar a un lado la incorporación de la
literatura oral en nuestras aulas. Y no solo por trabajar el pasado de dónde
venimos, en este caso de dónde vienen los niños; sino que además hay un aspecto
crucial en estas edades, que gracias a los textos orales puede trabajarse y
desarrollarse de forma natural. Dicho aspecto es la afectividad. Afectividad
que se trabaja tanto con la expresión oral como con el contacto con los otros y la reflexión personal de lo
que se está contando.
Pero ésta
incorporación en la aulas de la tradición oral no se hizo porque sí ni de
manera espontánea. Gracias a la dedicación de personas que han sido relevantes
en la historia de la literatura, hoy en día somos capaces de afirmar que ésta,
es un elemento necesario, vital e insustituible de las aulas actuales. Algunas
de estas personas, que siglos atrás creyeron en los niños, en su mundo, en su
pensamiento, en su desarrollo y en su forma de ver la vida; consiguieron
acercar la literatura a estas pequeñas personitas que tan capaces eran de
interiorizarla y darle un sentido.
Dichos
personajes que hoy en día son muy conocidos e importantes debido a los cambios
y aportaciones que han hecho en el mundo de la literatura infantil con clásicos
como: Caperucita roja, El soldadito de plomo, La Bella o la Bestia y El patito
feo, etc. algunos de estos personajes son: Charles Perrault, Los hermanos
Grimm, Hans Christian Andersen, Fernán Caballero o Saturnino Calleja. Todos y
cada uno de estos escritores, se dedicaron a recopilar historias que se
transmitían de forma oral de generación en generación; y las adaptaron y las
escribieron cambiando algunas cosas; dándole así su toque personal. Ninguno de
estos recopiladores de historias, se inventó los cuentos, que hoy en día llevan
como autor su nombre. Todas esas historias fueron creadas siglos atrás por
personas anónimas, que simplemente crearon una historia de vivencias o de
anécdotas que en esa época le ocurrían. Con el único fin de hacer disfrutar a
sus oyentes. Porque así es como nace la literatura; con el disfrute de los
oyentes de historias fantásticas y con la invención de esas historias por parte
de los narradores que disfrutaban haciendo disfrutar a los otros.
Esta es una
cualidad de la literatura, que siempre debe estar presente en nuestra aula pero
también en la intención que cada uno de nosotros tenemos con el uso de la
literatura en la educación. El objetivo principal que se persigue es el
disfrute. El niño debe disfrutar para aprender, es decir, debe deleitarse con
las historias, y ser capaz de interiorizar y reflexionar sobre los temas que en
cada historia se tratan. El niño debe hacer una reflexión personal, y recalco
personal, porque debe partir de él, el aprendizaje que se saque de cada
historia. Nunca debe ser el maestro el que le diga a un alumno con qué debe
quedarse, qué debe aprender o que le ha tenido que llamar la atención de una historia.
La literatura es muy subjetiva y personal, y eso es algo que en la educación es
difícil de comprender. Estamos en un momento
en el que queremos enseñar todo tiempo de conocimientos a los niños, nos
hemos vuelto avariciosos hasta para eso. Queremos enseñarles muchos más
contenidos en menos tiempo. Pero el
problema no es ese, el problema es que siempre quereos enseñarles; olvidándonos
de la esencia de que aprendan por ellos mismo, de que construyan su propio
conocimiento de que sean ellos los que
decidan qué quieren aprender, qué es importante para su vida y con qué desean
quedarse. Nosotros debemos acompañarles en esta construcción y en esta
recopilación de contenidos.
Como vengo
diciendo a lo largo del artículo, y una idea, que me ha quedado más que clara a
medida que avanzaba la asignatura; es que la literatura tiene que estar
presente en las aulas. Para que esto ocurra debemos ser maestros/as con
iniciativa propia, además de originales, creativos y pioneros en este ámbito.
Para ello debemos ser capaces de saber qué tipo de literatura queremos en
nuestras aulas. Pero antes debemos conocer a nuestros pequeños oyentes y cuáles
son las características que presentan.
Una de las
cualidad fundamentales que hacen que un maestro sea un buen maestro, es la
capacidad de adaptación respecto a los niños con lo que trabaja. Como futuros
maestros debemos ser capaces de interpretar y de conocer las características e
intereses de nuestros alumnos. Pues con la literatura ocurre lo mismo. Para
saber qué tipo de literatura debemos tener presente en el aula, debemos conocer
previamente los alumnos con los que vamos a convivir. Debemos saber con qué
edad vamos a trabajar las características
generales que dicha edad presenta, tanto desde el punto de vista cognitivo,
como desde los intereses y el disfrute de los niños. En función de la edad, los
intereses y la interpretación de los temas son de un modo u otro, pues como ya sabemos dependiendo de la edad
presentan un desarrollo madurativo específico. Para ello debemos conocer que
características se ajustan mejor al momento que el niño está viviendo, es
decir, tenemos que ser capaces de hacer una correcta elección de los libros con
los que queremos contar en nuestra biblioteca. Esa correcta elección se hará
siempre y cuando analicemos tanto el interior como los aspectos externos como
los internos. Respecto a los internos es imprescindible tener en cuenta las
ilustraciones y las tipografías, las cuales varían respecto a la edad a la que
están dedicados esos libros. Y por otro lado no podemos olvidarnos de los
aspectos internos, los cuales son también fundamentales. No debemos olvidarnos
del tema principal del texto, de la estructura que presenta, de cuáles son los
protagonistas y de los valores o contravalores que el texto tiene de forma
intrínseca.
Es
fundamental, que cómo futuros maestros hagamos una adecuada y meticulosa
selección de libros. No podemos decidir qué libros son buenos o no para
nuestros alumnos basándonos en cosas irrelevantes como “me gusta la portada”,
“qué título tan bonito”. Debemos ser profesionales y basarnos en aspectos
teóricos para poder alcanzar de forma más exitosa el objetivo que nos hemos
planteado al principio; que lo niños disfruten con la literatura.
Pero aquí
no acaba nuestra labor, pues una vez seleccionados los libros que creemos
convenientes y necesarios para nuestra aula, éstos deben ser contados. Es
entonces cuando volvemos a entrar en juego. La forma y los recursos que
utilicemos para contar y transmitir dichos libros, influirá decisivamente en el
interés de los niños por la literatura. Son varias las estrategias a las que
podemos recurrir para ello.
En primer
lugar tenemos el cuentacuentos. Es una técnica, en la que el maestro con el único
recurso con el que cuenta es con su voz y su expresión corporal. Transmitir una
historia y despertar el interés en los niños es realmente complicado pero a la
vez una experiencia enriquecedora para ambos. Para el que transmite la historia
y para el que la escucha, pues se crea una relación afectiva realmente
gratificante en la que la imaginación, la creatividad, la oralidad y la
relación con los otros están constantemente presentes. Dentro de la estrategia
de cuentacuentos, nosotros los maestro, contamos con numerosas técnicas para
enfocar de un modo u otro la transmisión de las historias.
La segunda
estrategia que hemos trabajado, y yo personalmente más a fondo; ha sido la
narración con libros. La cual como bien indica el nombre, consiste en narrar un
libro, utilizando éste como recurso. El maestro debe narrar la historia y no
leerla. ¿Y cuál es la diferencia? Que durante la narración, el maestro tiene la
libertad de modificar, o añadir algo de contenido; extenderse en una parte del
libro o pasar por encima otra. Lo bueno de esta estrategia, es que tenemos la
libertad de encaminar el cuento hacia un recorrido u otro en función de los
intereses y del disfrute que los niños estén demostrando en el momento de la
narración.
Y por
último, tenemos la lectura. El maestro se dedicará a leer lo que en el cuento
se dice con el fin de transmitir la historia tal y como está escrita. En este
caso no existen modificaciones; ni se añade contenido ni se quita.
Las tres
estrategias tienen una cosa en común. Todas deben ser practicadas por parte del
maestro. El día de mañana cuando tengamos que contar un libro o una historia
debemos hacerlo utilizando una de estas estrategias. Pero antes debemos
preparárnoslas, para que el día que la utilicemos con nuestros alumnos, lo hagamos
de forma adecuada y que los objetivos que nos hemos planteado sean conseguidos.
Otra de las
cosas, en las que hemos puesto el acento durante este cuatrimestre, ha sido a
la creación literaria de textos infantiles con niños y para niños. Hoy en día,
tenemos la suerte de contar con una amplísima oferta editorial de literatura
infantil con la que podemos formar una variada biblioteca. Pero en muchos
colegios la falta de recursos económico dificulta este hecho. Como buenos
maestros y amantes de la educación, no debemos permitir que esto afecte a
nuestro objetivo de acercar la literatura
a las aulas de infantil.
Este nuevo
recurso, como he dicho anteriormente puede ser con los niños o para los niños.
Pueden ser ellos los dueños de sus propias historias y los creadores de éstas.
O también podemos ser nosotros los que, basándonos en los gustos e intereses de
los niños, los que creemos los libros. Para esta creación podemos recurrir a
los textos en verso, textos en prosa y a
creaciones literarias. Dentro de cada género podemos encontrar muchos recursos
con los que podemos contar para crear infinidad de libros.
Además,
crear libros con tus alumnos favorece la relación que se tiene con estos, la
relación entre ellos y la confianza en sí mismos y en los otros. Le da un toque
especial y único a la biblioteca del aula, y a todo ello se le suma la
iniciación (mediante el placer de hacerlo) a la lectura y a la escritura. No
debemos olvidarnos tampoco de la imaginación, la cual juega un papel crucial en
la creación de textos. En este ámbito pueden ser ellos mismos y exponernos de
forma libre y lúdica qué sienten, qué les gusta, cuáles son sus sueños y
también sus miedos.
Por último,
una de las cosas que hemos tenido que hacer durante esta asignatura, ha sido la
creación de una biblioteca de aula. Nuestra biblioteca ideal. Debíamos pensar,
analizar y reflexionar acerca de cómo sería dicha biblioteca y que cosas no
debían faltar en ella.
Ya
estábamos en el final de la asignatura cuando tuvimos que hacer dicha creación,
por lo que debíamos poner en práctica todo lo que sabíamos, todo lo que Irune
nos había contado y todo lo que habíamos vivido.
Bien es
cierto, que las bibliotecas de aula, son un requisito fundamental en las aulas
de infantil, pero, ¿Qué importancia se le da?, ¿todas las aulas tienen el mismo
tipo de biblioteca?
Gracias a
las prácticas que pude disfrutar en Febrero; vi “más de cerca” una biblioteca
para alumnos de 5-6 años. Una estantería, varios libros y un cartel en el que
se hacía un seguimiento de los libros que tenía dicha biblioteca. Nunca, y
cuando digo nunca es nunca, se contó un libro en mi clase. Un mes estuve
esperando a que llegase ese momento, y llegó. Pero llegó de mi mano. He de
decir que desde que empecé la carrera he ido adorando los libros, las historias
que cuentan, los valores ocultos, y las ilustraciones con las que nos enamoran.
Adoro como un niño puede llegar a ser tan feliz con una historia bien contada.
Como sueñan, imaginan, viven, sufren y disfrutan con todo lo que a los
personajes les ocurre. Es un verdadero placer ver eso. Y yo tuve la suerte de
verlo, pero como he dicho antes, lo vi
el día que cogí un libro, me senté en el suelo y esperé. Se fueron acercando los
niños, hasta que acabe con veintiocho pares de ojos mirándome y veintiocho bocas
bien abiertas. Fue un momento genial, pero cuando salí de allí, la tristeza se
apoderó de mí. ¿Por qué la maestra no le dio vida a aquella biblioteca? ¿Por
qué no les leía libros a sus alumnos? ¿Por qué no alimentó y fomentó la
presencia de la literatura en su día a día?
En el
bloque 5, Irune nos han transmitido la importancia de una biblioteca viva en
las aulas. No podemos llamar biblioteca a una estantería con cuatro libros. No,
eso no es una biblioteca. Una biblioteca es la que está formadas por libros de
todo tipo, libros pensados y analizados para que se ajusten a la edad con la
que trabajamos. Libros literarios, paraliterarios (los cuales tienen como fin enseñar
algo), creaciones hechas por ellos y por nosotros, revistas y libros personales
(que cada niño trae). Pero además debe tener una ambientación. Debemos pensar
en el rincón en el que estará, que iluminación tendrá, cuánto de cómodo será
para los alumnos, cómo se dispondrán y que animación vamos a llevar a cabo.
Porque la literatura no debe ser leída, debe ser contada; debe transmitirse con
amor, con cariño, con dulzura y con respecto. Así, cada oyente podrá recopilar
lo mejor de las historias y sobretodo disfrutará del tiempo que esté en la
biblioteca; deseando volver a él una vez que lo haya abandonado.
Para
finalizar con este artículo, con la asignatura y con el curso; he de decir que
es cierto, que no sabía lo importante que era la literatura en nuestras vidas
hasta que no he profundizado en esta asignatura. Pero es que no solo he podido
descubrir eso, sino que además he podido interiorizar y despertar en mí esa
ilusión y ese afán por trasmitirla de la mejor forma posible. Y esto he de
agradecérselo a mi profesora Irune. Gracias por inculcarnos un poquito de todo
el amor que sientes tú por lo que haces. Por transmitirnos las ganas de seguir
soñando y luchando por lo que nos gusta y por creer en nosotros. Pero gracias
por hacernos sentir especiales y únicos.
Estoy muy
orgullosa del trabajo realizado, de la dinámica que hemos llevado a cabo, de
haber tenido la suerte de disfrutar de una asignatura como esta y de que me
haya tocado una profesora cómo la que me ha tocado. Siempre es un placer
encontrar a personas que aman lo mismo que amas tú.
Aquí acaba
mi paso por segundo y mi paso por la asignatura de Literatura Infantil; pero no
acaba aquí mi amor por la educación, mi amor por la vida, mi amor por los niños
y mi amor por todo lo bueno que la literatura hace surgir en las personas.
Y por último, utilizo esta última entrada para recalcar la importancia de los buenos amigos. yo tengo la suerte de haber contados con mis cuatro pilares fundamentales. siempre han estado y están ahí, para juntos superarlo todo. Gracias Carolina, Marta, Andrea y nuestro chico Iván; por quererme y cuidarme siempre.
Gracias y hasta pronto.